Fisioterapeuta: Francisco Ángel Apolo Carreras

 

Una de las actividades de la vida diaria que más frecuentemente se ven alteradas tras un daño cerebral, es la ABVD (actividad básica de la vida diaria) de LA MARCHA y su afectación repercute en el normal desarrollo de otras muchas ya que, aunque sean pequeños desplazamientos nos pueden interferir por ejemplo en:

 

  • Ir hacía la habitación, al baño, a comer (ABVD´s)
  • Desarrollar nuestro ocio fuera de casa
  • Movilidad por la comunidad
  • Desarrollo de nuestro trabajo (incluso en una oficina necesitamos desplazarnos)
  • Cuidado de los hijos (AIVD´S)

 

Es por todo esto y mucho más por lo que nos pasamos gran parte de nuestra práctica clínica y formación académica estudiando la marcha y sus componentes.

 

Cuando comenzamos el abordaje de la marcha empezamos desglosando por componentes:

  • Motores
  • Sensitivos
  • perceptivos
  • (variará siempre en relación con nuestro paciente, en algunos se incluirán otros como por ejemplo los cognitivos).

Abordamos aquello que hace que nuestro paciente no tenga una marcha adecuada e independiente o “sencillamente” segura, para posteriormente ponernos a caminar, y es aquí donde entra en juego una nueva herramienta que nosotros utilizamos en nuestras sesiones y de la que os queremos hablar, LA GRÚA DE TECHO.

 

Ya antes de empezar a profundizar más en el tema, debo decir que al igual que las demás herramientas, no es útil con el 100% de los pacientes, si bien es cierto que con la grúa de techo podemos trabajar diversos factores desde motores a emocionales (no todos los pacientes lo reciben de igual modo y por tanto la efectividad en las sesiones variará, al igual que su uso y el objetivo que buscamos con su aplicación.

En pacientes con daño neurológico donde las secuelas que pueden aparecer varían desde una hemiparesia a una tetraparesia, la afectación de los miembros inferiores, así como el control de su tronco hace que aparezca una alteración postural y una marcha patológica, con la que se establecen una serie de patrones de movimiento basados en compensaciones (como por ejemplo un sobreuso del lado sano) y que ponen en peligro su integridad física (aumentan el riesgo a sufrir una caída) e interfieren en su rehabilitación.

Durante las sesiones de neurorrehabilitación, los fisioterapeutas intentamos trabajar en contra de las compensaciones, desarrollando activamente los componentes necesarios para la funcionalidad y la calidad, pero debemos tener muy presente que cuando la persona sale de la sesión y lo hace caminando, si no se ha trabajado correctamente, lo hará “a su manera” potenciando de nuevo su patrón, por lo que una hora o dos de rehabilitación no hacen competencia a otras 14h, en las que el paciente debe moverse para poder desenvolverse en su entorno y donde lo hará como buenamente pueda.

Trabajando la marcha actuamos sobre muchos componentes que están presentes en otras actividades de la vida diaria. La estabilidad necesaria para estar en bipedestación (de pie) también la necesitamos para controlar nuestra postura y estar sentados sin caernos en la silla para comer, en el sofá, en la cama para vestirnos, el traslado de peso de un hemicuerpo a otro que se produce al caminar también se necesita para alcanzar la leche, el champú en la ducha, para levantarnos de la cama o para entrar en el coche, es decir, a la par que trabajamos una actividad específica como es la marcha estamos potenciando otras muchas.

 

Grúa con arnés

 

La suspensión de peso se usa por varios motivos, el primero podríamos decir que es por su característica FACILITADORA.

Teniendo en cuenta que una de las características del hemicuerpo afecto, en este caso hablemos del miembro inferior, es el tono postural bajo en los músculos estabilizadores, la musculatura encargada de “sujetar” nuestra pelvis cuando cargamos peso en ella, tiene una activación menor a la necesaria por lo que nuestra pierna claudicará, nos apoyaremos en la articulación, no trasladaremos todo el peso ya que no lo podríamos sostener y daremos el paso con nuestra pierna “buena” lo más rápido posible para evitar una caída.

Si el peso que dicha pelvis debe sostener es menor a todo el peso corporal podremos trabajar la carga activa en ella, de tal forma que músculos como nuestro glúteo medio recuerden como deben funcionar y para que. Proporcionando cada vez un poco más de nuestro peso, hasta que el miembro inferior esté listo para cargar con la totalidad, estaremos trabajando la marcha:

De una forma neurológica, estimulando vías aferentes y eferentes del sistema nervioso relacionadas con la marcha como es el apoyo en talón.

Funcional y ACTIVA a nivel sensitivo, perceptivo y motor, con los patrones de movimiento normal.

  • Evitando las compensaciones y la carga pasiva en tope óseo (articular de rodilla)
  • Evitando problemas asociados (artrosis, dolor muscular etc.)

 

El ARNÉS DE SUJECIÓN.

 

Cuando comenzamos a utilizar esta herramienta, la grúa de techo, nos vimos en la obligación de reaprender a movilizar o “manejar” a nuestros pacientes. El arnés envuelve el tronco y proximalmente ambos miembros inferiores, por lo que nuestros puntos de acceso a nivel corporal han cambiado, pero también se han vuelto más específicos. Una vez más nos toca decir que varias veces en las sesiones tenemos la sensación de faltarnos más manos y con la marcha, donde todo está implicado, más aún. Donde antes solíamos controlar casi el 90% de las veces, ahora lo hace el arnés, hablamos del TRONCO del paciente neurológico.

Escaso de control motor y de enderezamiento (leído siempre bajo el ojo de lo que ocurre con la mayor parte de nuestros pacientes) el arnés le genera información propioceptiva con líneas de fuerza que van desde el punto de anclaje al tronco, ascendentes hacia la grúa que hace de estimulación hacia el enderezamiento y dejando nuestras manos libres para irnos a facilitar el paso a nivel podal (sobre todo en la fase de balanceo del miembro inferior) y a generar sensaciones buenas en el apoyo del miembro inferior, corrigiendo pies en supinación, elevaciones de cadera o apoyos en el antepié.

 

SENSACIONES DE SEGURIDAD.

 

El hecho de estar sujeto genera la sensación básica en el tratamiento de la marcha de seguridad. Cuando el paciente siente que no se va a caer y que debe centrarse “simplemente” en caminar se gana mucho tiempo de rehabilitación ya que el miedo a caer o a sufrir algún daño aumenta el tono y el bloqueo tanto físico como emocional.

Por otro lado liberamos miembros superiores, es decir, cuando existe una afectación de la marcha los MMSS (miembros superiores) ejercen el papel de apoyo o estabilizadores bien sea a nivel muscular (aumenta el tono en cintura escapular para generar “estabilidad”) o a nivel físico ya que usan productos de apoyo como bastones de treking que aunque útiles hacen que el brazo esté siempre ocupado y dejando al paciente incapaz de utilizar los brazos para llevar objetos mientras camina como la bolsa de la compra, el bolso, una revista, el móvil etc.

Con la grúa de techo vuelven a estar libres, dando un tremendo “juego” durante la sesión pudiendo acercarnos más la realidad y por ejemplo simular la marcha con carga de peso en MSI (miembro superior izquierdo) de una bolsa de la compra, actividad instrumental de la vida diaria.

 

CARRIL DE TECHO

 

Muchas grúas de techo tienen un carril lineal para trabajar la marcha. Nosotros tras horas y horas de reflexión y lectura decidimos colocar un carril rectangular con una barra horizontal donde poner la percha de la grúa y Os preguntaréis ¿y qué diferencia hay?

Pues bien, con un carril lineal estas entrenando la marcha y puedes llegar hasta el final o decidir en un momento concreto dar la vuelta por la razón que fuera. Para hacer un buen volteo debes girar sobre ti mismo sin realizar un círculo muy amplio, porque saldrías del eje de la grúa y la propia línea de fuerza que describimos anteriormente, esta vez te desestabilizará aumentando tono y apareciendo compensaciones.

Con el carril de techo rectangular con barra horizontal puedes entrenar la marcha libremente, permitiendo realizar giros aleatorios y de amplitud aleatoria y dependiente de la decisión del paciente o del fisioterapeuta, de tal forma que se acerca más aún a una marcha funcional y natural en el entorno, ya que nosotros no solo caminamos en línea recta si no que lo hacemos en diagonal, zigzag, con giros amplios o incluso sin rumbo.

Las herramientas que utilizamos durante la sesión son ayudas que nos facilitan y que aumentan nuestro nivel de efectividad con los tratamientos. Es decir durante las sesiones de neurorehabilitación o rehabilitación general debe tener un objetivo terapéutico claro por lo que queremos usarla y evitar una aplicación indiscriminada y aleatoria.