El próximo 12 de diciembre, se celebra el Día Mundial de la Disfagia, trastorno de la deglución cada vez más reconocido entre la población. Durante ese día, especialmente los logopedas, bombardeamos con información a los familiares de nuestros pacientes (una vez más), llenamos post en Instagram y Facebook y subimos vídeos que se hacen virales en la famosa aplicación TikTok, recordando la necesidad de prevenir, diagnosticar y tratar este problema.

Y, ¿por qué? Porque sí. Porque mejoramos la calidad de vida de las personas, porque ahorramos costes a los gobiernos y porque salvamos vidas.

Cuando uno ya es capaz de reconocer el término disfagia y sus consecuencias entre el enorme léxico del castellano, pasa a crear en su mente el prototipo de persona que puede padecerla. En este perfil, incluimos ancianos y personas adultas con diversas patologías (enorme lista la que se podría enumerar), excluyendo de este grupo cualquier otra edad. Incluso yo misma creé este estigma durante la carrera y primera época como profesional.

Con la experiencia que nos ha ido regalando el tiempo y la continua formación, se ha demostrado que la disfagia, no es solo una patología de la edad adulta, si no que puede aparecer en cualquier momento de nuestra vida. Esta alteración, aparece también entre nuestros prematuros y población infantil, siendo la incidencia en niños con parálisis cerebral de casi el 80%.

¿Y qué soluciones encontramos a este problema de tan elevada tasa? Ninguna. Nuestros pequeños siguen expuestos a la falta de profesionales que pueden ayudarles a desarrollarse dentro de la mayor normalidad posible.

Entre los signos que encontramos en nuestros bebés y niños y que pueden ser indicadores de disfagia estarían (entre otros muchos):

  • Rechazo al pecho, biberón o los alimentos.
  • Empujar con las manos la tetina o la mama.
  • Tensión corporal mientras comen.
  • Aspiración o tos.
  • Patrón anormal del ciclo succión-respiración-deglución.
  • Pérdida de peso.
  • Continuas infeccionas respiratorias.

Por lo tanto, lactancia, infancia y disfagia, por desgracia, sí son compatibles y está más presente de lo que la sociedad imagina. El logopeda especializado en alimentación neonatal e infantil existe y es ese perfil el que puede y debe ayudarnos. Y hoy, me gustaría ensalzarlo, porque en la sombra, buscamos ese rayito de luz que nos ilumine y reconozca nuestro trabajo.

Alimentarse de forma segura y eficaz es un derecho y ese derecho viene de cuna.

 

María Jiménez Candel.

Logopeda en la Asociación de Parkinson La Roda- CIRENC.

Formación en disfagia y alimentación neonatal y lactancia materna.