Para la mayoría de personas estar sumergido en el agua suele ser una experiencia agradable. Además, algunos movimientos, como saltar, resultan más fáciles de ejecutar dentro del agua que fuera de ella y otros, como andar o correr, son más difíciles por la mayor resistencia que opone el medio acuático.
La piscina es muy útil para el tratamiento de muchas enfermedades, entre las cuales se hallan las de tipo neurológico, ya que posee numerosos beneficios para los pacientes porque permite trabajar muchos aspectos del individuo con más facilidad que en el medio terrestre, lo cual es de gran importancia a nivel rehabilitador. La Terapia acuática puede ir dirigida a patologías reumatológicas, neurológicas, traumatológicas, cardiorrespiratorias, metabólicas, trastornos psiquiátricos, patologías pediátricas o niños con alteraciones en su desarrollo o con riesgo de padecerlo. Existen muchos estudios de investigación que avalan la eficacia de este tipo de terapia, aportando beneficios a los pacientes, tanto a nivel físico como psicológico.
La suma de los principios físicos del agua, la temperatura caliente y las técnicas de rehabilitación específicas puede promover resultados terapéuticos importantes. Entre los beneficios de la rehabilitación en piscina obtenemos:
- Reducción del tono muscular: La terapia en agua tibia o caliente, 32 – 36 Cº, de duración prolongada, reduce el tono muscular. La flotación y la presión hidrostática ayudan a soportar el cuerpo del paciente reduciendo la fuerza de la gravedad y, consecuentemente, la contracción muscular. Además, la aplicación de técnicas de movilización y relajación en el agua, pueden actuar como un recurso suplementario en la disminución de la rigidez del paciente con Parkinson.
- Favorece la estimulación sensorial, proporcionando un profundo Imput propioceptivo. Mejora la toma de conciencia del esquema corporal mientras el cuerpo se desplaza.
- Incremento del rango articular y movilidad funcional: Las técnicas de movilización del tejido facilitan los estiramientos y promueven la ganancia de amplitud de movimiento articular pasiva y activa. En el agua se puede simular actividades funcionales como la marcha, sentarse y levantarse.
- Reducción del dolor y edema: La termoterapia produce analgesia en las terminaciones nerviosas a través del aumento del umbral de dolor. La vasodilatación periférica, también contribuye a la eliminación de los mediadores del dolor. El tratamiento en la piscina ayuda el retorno linfático.
- Mejora a nivel psicológico: La motivación que se produce al realizar los movimientos corporales con menos esfuerzo, las oportunidades de socialización y la posibilidad de realización de ejercicios que no se pueden realizar en tierra, promueve un refuerzo psicológico.
El objetivo que se persigue con un programa de terapia acuática es conseguir o mantener los niveles de autonomía física apuntando hacia la funcionalidad y normalización dentro del área del movimiento y de la conducta motriz, desarrollando las capacidades físicas (mejora del trofismo muscular, favorecer situaciones de relajación física, mejora de aspectos relacionados con la fuerza y la flexibilidad, prevención y/o mejora de las disfunciones y discapacidades físicas sobre las deformidades de columna vertebral, equilibrio, marcha, coordinación e individualización del movimiento, mejora de situaciones dolorosas y de rigidez articular…)
Autores:
Maria Carmen Arroyo Diaz
Lourdes Martínez Garrido
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